GRACIAS A LAS FALLAS POR UN MOMENTO

¿Cómo te encuentras hoy, mamá?
¿Quién eres?
Tú hija, no lo recuerdas.
¿Qué hija?
Pues la pequeña.
Ah sí, ¿Y a dónde me llevas?
Vamos a Valencia, a que pases el día con nosotros.
¿Y tienes hijos?
Claro mamá dos, tus nietos.
Preguntas y preguntas, habituales por otra parte, las formuladas durante el trayecto.
Una vez en la ciudad y frente a un monumento fallero, exclamó: ¡SON FALLAS!
Cayéndome un par de lágrimas, respondí: SI MAMÁ, SON FALLAS.
Parece por un momento se destapó el tesoro de los recuerdos.
Maldito Alzheimer.