RELOJ AGARROTADO

La luz balbucea tímidamente por un hueco casi sutil. Subyugo ante una tórrida ceguera cuando el alba aún dormida tararea L’entrà de la Murta.
El segundero estrepitoso se detiene evocando recuerdos entre los restos de ceniza de las apesadumbradas calles. La piedra pómez no lima esta quisquillosa crueldad.
Una dulce primavera se asienta en mi piel, mientras aguardo nuevamente cariacontecida los días de fuego, color y música.
Finalizo con destellos de sonrisa imperfecta frente a unos propósitos enhebrados para las próximas fallas y el retorno a mi hogar.
-¡Uf!
Apresurada, degusto un último chocolate que el avión no espera…