Listas Levante-EMV » VI Edición - 2017

EL PEINADO

En un pequeño cuarto, entre la penumbra de la tarde y los últimos rayos del sol que se negaban a marcharse, abrió una caja nacarada de donde saco dos trenzas cortas y una más larga. Allí habían estado guardadas con el cuidado y el esmero que solo el amor de una madre podía hacerlo.
Yo, sentada en una banqueta sin respaldo en la que apenas me llegaban los pies al suelo, esperaba con impaciencia que empezara.
– Que son yaya – le pregunte.
– Son las trenzas de tu madre, le prometí que las guardaría hasta que tuvieras edad para llevarlas.