La Crida

-Benvinguts, benvingudes!- Proclamó el alcalde desde el catafalco que, a modo de nariz, sobresalía sobre la Puerta de Serranos. El gentío escuchaba alborozado el discurso de exaltación fallera bajos los turbios nubarrones.-¡Falleras, falleros, canto vuestra alegría, el olor a pólvora en nuestras calles!

Con las Falleras Mayores estalló la algarabía, con vítores y aplausos y algunas sibilinas alusiones al «caloret».

-Visca València!- Gritaron al unísono en la calle. Sonaron los compases de El Fallero y, a la par, el estruendo y el fuego desde el Turia se propagaron bajo el resplandor de un relámpago y el retumbar del trueno.